Game
Over
Y sin más, llegó de verdad el otoño. Las ansias por la parejita para su primogénito se
esfumaron con el soplo de Agosto.
Ya no sacará cuentas ni temerá al qué dirán por un
“domingo siete”
Total, le entregó a esta parte de la humanidad una cría
bien plantada. Un hombre de bien, de provecho. El mismo al que le seguirá
cantando canciones de cuna calladita en la soledad de su propia almohada porque
él ya está grande para oírlas.
No sabrá de una espera acompañada. Ni de antojos
bendecidos por las buenas costumbres con ajuares tejidos por las abuelas que
van quedando…
Sin aviso, se cerró su fábrica y clausuró para siempre
el listado de nombres pendientes.
Enredó un pañuelo entre sus dedos y su mano se estrelló
empuñada contra su vientre y el vientre de su historia.
¡No va más! -dijo el croupier de la vida- su maternidad
doblegada se durmió en mil rincones en el manto de aquella hembra noche…la más
larga…
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