viernes, 25 de mayo de 2012

Las movilizaciones son un síntoma...


Las movilizaciones son un síntoma...un síntoma es una verdad que se abre camino...las diversas posturas enriquecen...saber escuchar es "acallar" el inconsciente, es decir, oír con entera disposición lo que dice el otro.
Mientras no se haga ese ejercicio verdadera y amorosamente, no podremos empatizar con la realidad ajena. Conocer otras realidades no es lo mismo que experimentarlas.
Bien por aquellos que tienen una buena estrella, eso no los hace mejores, sólo más afortunados lo que implica que los accesos y las oportunidades se hacen pocas para la real demanda que hay.
El país ha cambiado en todo lo bueno y malo que ello supone...lo que no ha cambiado es nuestra forma de acoger al ciudadano (desde una estructura social adecuada leyes, beneficios y otros) con todas las carencias con que se prepara día a día para enfrentar la vida.
La derecha efectivamente trabó proyectos de Ley presentados al Congreso...la concertación no se hizo cargo de la buena administración de nuestra tan preciada (y luchada) democracia. Me parece que ya es hora más que suficiente de que la gente demuestre que no está satisfecha con el tipo de país que recibe. No hay trato digno, no hay esperanza, no hay calidad de vida, no hay equidad en los accesos.
Los inteligentes sabrán escuchar y "atender" verdaderamente el síntoma. Es la única forma de crecer y no sólo envejecer.
Apoyo la lucha. El cambio Constitucional es urgente.

1 comentario:

Unknown dijo...

..mmmhhh...en verdad, esto de la "discriminación positiva" de los partidos políticos para "favorecer" la postulación de las mujeres en los procesos eleccionarios tanto internos como generales...me parece que es en sí misma una discriminación...es algo así como "somos taan buenitos que les damos la oportunidad de participar"...puedo estar errada en la interpretación, pero el análisis sugiere que hay que darnos un espacio de bondad para que se nos pueda considerar como una alternativa viable de inclusión y posterior éxito. Creo que, a estas alturas, situarse en la vereda de "somos iguales" es una pretensión absurda pues no lo somos...¡afortunadamente! y esto por una cuestión de amor a la diversidad. Tanto hombres como mujeres somos diferentes, con nuestros universos de bondad y amor distintos. Lo que sí corresponde es revalorar el concepto de igualdad. Esta Igualdad, no supone dar una pelea de hombres entre los hombres con ropajes internos (psicosociales) de hombres, sino, un punto de vista (llámese programa, propuesta, etc) desde esa misma riqueza: como mujeres. No me parece esto de la "misericordia partidista" para otorgar espacios. Lo que sí me inspira es la posibilidad de participar, aportar y trabajar desde mi universo tal como lo veo. Sin apoyos extras. Si una mujer tiene una buena propuesta no me cabe duda que puede aspirar al apoyo tanto de sus congéneres como de los hombres sea de un partido, de un equipo de trabajo, en fin. Si "somos en el lenguaje" como dice mi querido Maturana, aceptar esta "discriminación positiva" como un avance, sería como aceptar migajas de los espacios que ellos ya tienen ganados. Como mujer, yegua, hembra, ciudadana, bitch o lo que fuere, soy capaz de ganarme mis espacios con fundamentos claros, transparentes, amorosos solidarios e inclusivos, no requiero que me abran la puerta porque uso faldas o porque hago pipí sentada o porque puedo usar el color rosado a mi antojo (en mi caso particular tengo ciertas aprehensiones con el color rosado). Por el contrario. Soy un ser humano que piensa y posee capacidades tal como cualquier otro ser humano. Si mis fundamentos no son aplicables o razonables o atingentes, pues bien, no voten por mí. Pero no porque soy mujer, sino, porque no correspondo a los criterios o intereses de una asamblea. Punto. Si por el contrario votas por mí, será porque te parezco una buena alternativa de trabajo y transparencia. La dignidad de las mujeres la construimos con nuestros procederes, no con aportes misericordiosos en la repartija de las postulaciones. Basta de recibir "el favor" de participar vestido de solidario, pues no hace más que acendrar en nuestra cultura - construida desde el lenguaje - una mirada de nuestro género como el "sexo débil". Aceptar la discriminación positiva es bajar el tono al empoderamiento y a nuestra propia e íntima seguridad como un ser social bien plantado, que mete bulla con sus tacones, que raspa el suelo con sus bototos y que ofrece sus manos y su lomo para hacer de nuestra sociedad algo superior. Punto.