miércoles, 24 de octubre de 2007

Fue con querer....queriendo

Desde uno mismo, desde muy adentro, nos acecha con guiños seductores el lado oscuro. Querámoslo o no, las ideas se suceden y al final del túnel aparece la respuesta siempre con dos opciones:

o doy paso firme al "me corresponde" ("debo" y/o "es necesario"), o, suelto las riendas al devenir.

Lo interesante es que ni lo uno ni lo otro resulta ser malo o indebido todo, claro, dependiendo del cristal con que se mire.

Así, entre las dos serpenteantes alas de la vida, nos encontramos con lo indefectible: tenemos que elegir. No hay vuelta que darle.

Por lo general esperamos que mejore lo externo, el contexto, la relación de confabulaciones para luego poder exculparnos, sentirnos aliviados, dormir tranquilos. Total no fue mi culpa, solemos oír en nuestros pasillos internos. Y el "auto - mensaje" es tan sonoro, que al mirar atrás ya estamos embarcados en la decisión y en las consecuencias.

Pero existe un momento (el también llamado "minuto huevón" por los antiguos sabios). Entre el burbujear de "intra - discursos", se asoma una pequeña vocecita, débil aunque tajante. Es en ese preciso instante en que el mundo íntimo reclama salir a respirar…. mirarse profundo, en libertad, en reconciliada paz y con el placer del deber cumplido (en el mejor de los casos, naturalmente)…no ante el contexto amenazador y pérfido con el que tropiezan nuestros pasos, sino, dentro de nosotros mismos….para que resulte más amable mirarnos al espejo. Para que el espacio pueda ocuparlo una sonrisa abierta y los angelitos revoloteen en nuestra almohada, para que al despertar disfrutemos de la nave que abordamos y que las consecuencias sean tan sabrosas como merecemos (o nos permitimos merecer) y así, de paso, le pongamos nuestra irreemplazable pincelada de color a cada contexto. Quizás de esa manera las cosas funcionen, al fin, algo mejor.

Moraleja: Cuidado al elegir el cristal...hacedlo con responsabilidad.


La nanita

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